Moloc | |
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Datos personales | |
Familia | |
Características | |
Ocupación | Dios del fuego |
Nacionalidad | Niburuano |
Religión | Cananea |
Moloc o Moloch Baal fue un dios de origen canaanita que fue adorado por los fenicios, cartagineses y sirios. Era considerado el símbolo del fuego purificante, que a su vez simboliza el alma. Se le identifica con Cronos y Saturno.
Nombre[]
Moloc [1] se trata de una divinidad adorada por los pueblos del Levante, mencionada varias veces en la Biblia. La palabra Molech no representa la pronunciación original del nombre en hebreo, y no es más que la vocalización del griego Moloch encontrada en la traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta.
Tradicionalmente se ha interpretado Moloc como el nombre de un dios, probablemente denominado «el rey», pero pronunciado a propósito como Molek en vez de Melek, utilizando las vocales de la palabra hebrea bosheth ("ignominia). Sin embargo, en otros pasajes el dios de los amonitas es llamado Milcom, no Moloch.
La Septuaginta lo llama Milcom en 1 Reyes en vez de Moloch, aunque esto sugiere un posible error en la transcripción del hebreo. Como consecuencia, muchas traducciones inglesas lo denominan Milcom.
Representación[]
Generalmente Moloc es representado como una figura humana con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono y con una corona u otro distintivo de realeza, como un báculo.[2]
Origen[]
Moloc puede ser identificado con la deidad Muluk a quien se rendía culto en Mari alrededor del año 1800 a.C., y Malik, conocido por textos acádicos, y que aparece en las formas Adramelec y Anamelec en 2 Reyes 17:31. En algunos pasajes veterotestamentarios la palabra Moloc o Molec lleva el artículo, lo que sugiere que la misma pudo haber sido un apelativo para indicar "el que gobierna". En Jeremías 32:35 parece haber una conexión con Baal, cuyo nombre también es un apelativo, y a quien, como Baal- Melqart, se ofrecían sacrificios humanos en Tiro.[3]
Mitología[]
Como resultado de una catástrofe ocurrida en el despertar de los tiempos, el espíritu de Moloch se había transformado a sí mismo en oscuridad al convertirse en materia. De acuerdo con las creencias fenicias y una vertiente del gnosticismo, el hombre era la encarnación de esa misma tragedia, y para redimirse de ese pecado era necesario ofrecer sacrificios a Moloc, incluyendo el sacrificio de bebés y jóvenes.[2]
Culto[]
Los sacrificios preferidos por Moloc eran los niños, especialmente los bebés, por ser los seres más impregnados de materia. En los templos en los que se rendía culto a Moloc se encontraba una enorme estatua de bronce del dios. Dicha estatua estaba hueca, y la figura de Moloch tenía la boca abierta y los brazos extendidos, con las manos juntas y las palmas hacia arriba,dispuesto a recibir el holocausto. Dentro de la estatua se encendía un fuego que se alimentaba continuamente durante el holocausto. En ocasiones los brazos estaban articulados, de manera que los niños que servían de sacrificio se depositaban en las manos de la estatua, que por medio de unas cadenas se levantaban hasta la boca, introduciendo a la víctima dentro del vientre incandescente del dios.
Plutarco relata en De Superstitiones, 171: Antes de que la estatua fuese llenada se inundaba la zona con un fuerte ruido de flautas y tambores, de modo que los gritos y lamentos de la víctima y los de la madre no alcanzaban los oídos de la multitud.
Diodoro Sículo escribió: Había en la ciudad una imagen de bronce de Cronos con las manos extendidas, las palmas hacia arriba y cada niño que era colocado en ellas era subido y caía por la boca abierta dentro del fuego.
Teodoro también relata que los familiares tenían prohibido llorar, y que cuando Agatocles derrotó a Cartago, los nobles cartagineses creyeron que habían disgustado a Moloch, así que sustituyeron a los niños recién nacidos por sus propios hijos para el sacrificio. Intentaron compensar al dios realizando el holocausto con 200 niños de las mejores familias ininterrumpidamente, llegando a sacrificar 300 en total. La gigantesca estatua de bronce estaba al rojo, y las tropas que sitiaban la ciudad asistían al espectáculo desde las murallas exteriores que ya habían conquistado.
También lo relata Cleitarchus en un comentario sobre la República de Platón: Al ver venir al Sumo Sacerdote de Moloc vestido de túnica púrpura, color de pureza, le pregunté cuál es el origen del culto. Me contestó que en los tiempos primordiales hubo una gran catástrofe y hoy en día, si no fuera por los sacrificios para fertilizar la tierra, serían piedras lo que se encontrase en ella. Entonces, en medio de una plataforma había una estatua de Cronos, con las manos extendidas sobre un brasero de bronce, las llamas que engullen a los niños. Cuando las llamas alcanzan el cuerpo, sus miembros se contraen y la boca abierta casi parece reír, hasta que el cuerpo contraído se desliza resbalando al fondo del brasero. Así es que esta mueca se conoce como risa sardónica, puesto que ríen al morir.
Moloc aparece en el Primer Libro de los Reyes 11.7: Entonces Salomón hizo construir un gran edificio para Quemos, la abominación de Moab, en la montaña que hay frente a Jerusalén, y Milkom, la abominación de los hijos de Ammon. Y en Levítico 18.21: Y no entregarás a nadie de tu descendencia a Molec, ni profanarás el nombre de tu Dios: yo soy Yavé.
Caída del culto[]
El culto a Moloc se extendió junto con la influencia de los Fenicios en el Mediterráneo, llegando incluso a las costas de los Etruscos y la península Itálica. Cartago lo tenía como dios supremo y protector de la ciudad. Durante mucho tiempo convivió con las demás religiones, e incluso puede que sea la figura del «becerro de oro» de la que se habla en la Biblia cuando Moisés baja con las Tablas de La Ley.
Diversos textos latinos se refieren a él como Cronos o Saturno; Cleitarchus, Diodorus Siculus y Plutarco mencionan ofrendas de niños en llamas a Cronos o Saturno, que es la representación de Baal. La religión Hebrea entró en conflicto con el culto de los moloquitas, si bien fue la expansión del Imperio Romano la que propició la caída del culto a Moloc a pesar de que generalmente incluían en sus panteones los dioses de las culturas conquistadas o asimiladas, aunque algunas corrientes ven la pervivencia de algunos rasgos en los ritos mitraicos.
Como muchas otras deidades que aparecen en la Biblia, Moloc encontró un lugar en la demonología medieval europea. En ella aparecía como un demonio que encontraba placer en provocar el llanto de las madres a las que robaba sus hijos. Según las tradiciones demonológicas, su fuerza era especialmente poderosa en el mes de diciembre cuando se celebraba al dios romano Mitra el día 25.[2]
Influencia en Israel[]
En 1 Reyes 11:31-33 se da a entender que la división del reino se debió en parte a la introducción de esta forma de culto por Salomón. La frase "pasar a su hijo por fuego" alude al horrible culto de Moloc. Los profetas condenaron severamente esta abominación.
El centro cultural de Moloc estaba en el valle de Hinom, al sudoeste de Jerusalén. El sitio también se llamaba "Tofet"[4] y fue allí donde Salomón, ya anciano, erigió lugares altos a Moloc para complacer a sus concubinas extranjeras (1 R 11:7) y donde Acaz aproximadamente, alrededor de 730 a.C. hizo "pasar a sus hijos por fuego" y Manasés hizo lo mismo.
Josías destruyó el lugar, pero después se reconstruyó y sirvió como centro de adoración pagana hasta la cautividad. Más tarde el valle llegó a ser el albañal de las inmundicias de la ciudad y los judíos lo llamaron "Gehenna", el Infierno o lugar de eterno sufrimiento. El exilio parece haber puesto fin a este culto en Israel, pero se mantuvo en el norte de África entre los fenicios cartagineses hasta entrada la era cristiana.[3]
Referencias Bíblicas[]
- Levítico 18:21; 20:2-20:5
- 2 Reyes 23:10
- Isaías 30:33
- Jeremías 32:35
- Hechos 7:43