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Libro de los Salmos

Psałterz florianski1

Datos básicos
Autor David
Asaf
Los hijos de Coré
Salomón
Moisés
Hemán
Etán
Jedutum
Anónimos
Idioma Hebreo
Abreviatura Sal
Números
Capítulos 150
Nombre
Hebreo םיִליִהְּת,
Griego ψαλμοι o βιβλος ψαλμων
Más datos
Testamento Antiguo Testamento

El Libro de los Salmos son un conjunto de cinco libros de poesía religiosa hebrea que forma parte del Tanaj judío y del Antiguo Testamento cristiano. Está incluido entre los llamados Libros Sapienciales. También se le conoce como Alabanzas o Salterio. Suele encontrarse entre los libros de Job y Proverbios.

Nombre[]

La Biblia hebrea lo denomina tehillim o sefer tehillim, forma plural del nombre tehillah, que significa himno o alabanza. También usa, al inicio de 57 salmos, la palabra mizmor, que se emplea para hablar de un poema que se canta y es acompañado por instrumentos de cuerda (kinnor).

La versión de los LXX los llama ψαλμοι o βιβλος ψαλμων,aunque el Código Alejandrino use la expresión psalterion, que es el nombre del instrumento de cuerdas con que los oficiantes judíos acompañaban los cánticos de alabanza a Yavé. Por extensión, más tarde el término se aplicó a la colección de himnos y finalmente al libro que la contuvo.

Autores de los salmos[]

En los títulos de 73 salmos en la versión hebrea dice "De David", mientras que 12 salmos son "de Asaf", 11 "de los hijos de Coré", 2 "de Salomón", otros "de Moisés", Hemán y Etán y 35 estan si atribución ninguna. La versión griega atribuye 82 salmos a David.

Existe una tradición sobre el origen davídico del salterio. Está basada en menciones de diversos libros de la Biblia y en los títulos de los mismos salmos: 73 salmos de la versión hebrea dicen "De David" y algunos incluso añaden la ocasión en que fueron escritos. También en el Nuevo Testamento se da por supuesta la autoría davídica de algunos salmos. Por ejemplo Jesús cita el salmo 110, declarando que David fue el autor:

«¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David». Díceles: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?” Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?» (Mt 22:42-45)

Sin embargo, está claro que no todos los salmos son obra de David aun cuando la expresión psalterium davidicum haya sido empleada también por el Concilio de Trento. La crítica textual ha intentado descubrir las influencias dentro de los salmos para poder ofrecer algún dato, aunque sea mínimo, sobre sus posibles autores y mucho más del período dentro del desarrollo religioso en Israel.

Aunque, tan solo leyendo los encabezados de cada salmo, se pueden encontrar varios autores aparte de David: Moisés, Asaf,Herman, los hijos de Core, Salomón, Etan y Jedutum y algunos de ellos sin determinar a los que se llaman Salmos Huérfanos. El salmo 79 (según la numeración de la versión hebrea) es un lamento por la destrucción de Jerusalén, escrito por lo tanto, por lo menos cuatro siglos después de David.

Colocación[]

En la Biblia hebrea, el Libro de los Salmos se encuentra al inicio de la tercera sección, llamada ketubim (escritos). En la versión de los LXX o Septuaginta, encabeza también la sección de libros llamados didácticos. En cambio, las versiones latinas lo han colocado siempre tras el Libro de Job.

Origen e historia de los salmos[]

La dilucidación del origen o al menos del contexto litúrgico o no para el que fueron creados los salmos es un problema todavía no resuelto por las diversas escuelas exegéticas. Además se trata de composiciones que han variado su uso dentro de la misma comunidad judía dando origen a añadidos e incluso nuevos salmos que respondieran a las situaciones litúrgicas o sociales del pueblo que oraba con ellos.

Las opiniones entre los exégetas sobre este punto son ampliamente diversas aun cuando hasta el siglo XIX eran más uniformes. Los antiguos exegetas concordaban en fijar la fecha de creación de los salmos en el período tras la cautividad en Babilonia, incluso en el de los Macabeos.

En época reciente los análisis de géneros y de influencias han diversificado las escuelas. Unos subrayan las diversas influencias que logran entresacar y con eso fijan las composiciones en tiempos posteriores incluso a la cautividad de Babilonia. Otros subrayan la relación entre el salmo y su uso cultural y por tanto, los datan en relación con las fiestas que se celebraban en el Templo. Finalmente algunos tras considerar las variantes y añadidos creen que el origen de muchos salmos sería tan antiguo que resultaría imposible encontrarlo.

Origen de la literatura hebrea[]

Las poesías de estilo salmódico son muy abundantes en las tradiciones literarias sumeria, asiria y babilónica desde la más remota antigüedad. Estas culturas empleaban sobre todo salmos en forma de himnos o lamentaciones.

Muchos himnos religiosos egipcios, especialmente el "Himno a Atón", inspiraron en forma directa diferentes salmos, cuyo ejemplo más evidente es el Salmo 104. La cultura cananea influyó sobre los salmos y probablemente también sobre el resto de la literatura hebrea.

El rey David, quien según la Biblia era poeta (no se cuenta con ninguna otra biografía suya), perfeccionó la organización litúrgica y aplicó un poderoso impulso a la poesía salmódica hasta alcanzar la gran variedad y calidad de los poemas reunidos en este libro.

Durante el período de la dominación persa, los salmos estuvieron en pleno apogeo y se fueron diversificando en multitud de estilos y géneros diferentes: himnos, imágenes mesiánicas, lamentaciones individuales o grupales, escatología, súplicas a Dios donde se confiabe en recibir una respuesta, textos didácticos que recuerdan importantes episodios históricos, cánticos de acción de gracias de personas individuales o de la nación entera, etc.

Una de las principales dificultades al tratar de interpretar los Salmos se debe a las cualidades de la poesía hebrea, expresión del ánimo peculiar del pueblo israelita, más intuitivo y sensible que el griego. La poesía hebrea se caracteriza por su concisión y carácter elíptico. Las ideas se fijan con pocas palabras, y se dejan implícitas muchas relaciones. Se renuncia a completar los nexos entre las ideas para que las palabras sueltas encuentren en el oyente lo que el poeta no consignó en el texto.

Si a eso se añade que, por lo general, la poesía hebrea es breve, el trabajo exegético se dificulta mucho no existe entonces la posibilidad de confrontar el texto en estudio con otros y elaborar por este medio una explicación conjunta que ilumine el detalle. La brevedad y la elipsis de los poemas hebreos se resolvían en su época gracias a un contexto histórico y social que compartían el poeta y sus contemporáneos. El desconocimiento de ese contexto esconde actualmente el sentido real del poema y deja paso a toda clase de especulaciones.

Contenido[]

Al parecer se trataba de una recolección oficial de cantos usados en la liturgia y que se empleaban en Jerusalén en el período del segundo templo. Son 150 salmos en total.

Ahora bien, existen diferencias en cuanto a la división. Todas las versiones comprenden exactamente 150 salmos. El problema se suscita al comparar las versiones hebreas con la Septuaginta y la Vulgata. Así, se pueden observar discrepancias en la numeración y división de algunos salmos. Si bien estas divergencias se refieren siempre a casos puntuales y particulares, inevitablemente repercuten en la numeración general.

La numeración que les otorga el texto hebreo sólo se corresponde con los LXX y con la Vulgata en los 8 primeros salmos y en los 3 últimos. La Biblia griega fusiona los salmos 9 y 10 en uno solo, y hace lo mismo con el 113 y 114. De manera inversa, divide en dos el 116, y denomina a las partes resultantes 114 y 115, y de la división del 147 hace los salmos 146 y 147. Como regla mnemotécnica, puede decirse que, entre los salmos 10 y 148, la numeración de la Septuaginta y la Vulgata es igual a la numeración hebrea menos 1. Usualmente, sin embargo, cuando se habla del Salmo n, sin dar mayores explicaciones, se está refiriendo a la numeración original hebrea.

Los salmos aparecen en el original hebreo agrupados en cinco libros o colecciones, separados por doxologías que aparecen al final de los salmos 41, 72, 89, 106 y 150. Este último consiste todo él en una doxología.

La primera mención a la recolección que de alguna manera permite datarla se encuentra en el prólogo a una traducción del Eclesiástico que se escribió hacia el 117 a. C. donde se indica que el libro de los Salmos ya formaba parte de la Biblia hebrea a inicios del siglo II a. C.

El Libro de los Salmos se compone, en realidad, de 5 colecciones de cánticos que el antiguo pueblo de Israel empleaba en su adoración. Gran parte de éstos están encabezados por anotaciones referidas al autor, su forma o el contexto en el que se escribieron (los llamados "títulos"). Muchos de ellos emplean un orden alfabético.

Las subdivisiones serían las siguientes, separadas cada parte por una doxología: Salmos 1 al 41 Salmos 42 al 72 Salmos 73 al 89 Salmos 90 a 106 Salmos 107 a 150. Sin embargo, hay salmos duplicados (por ejemplo, el 14, que se encuentra en el 54).

Otro aspecto que hace pensar en la diversidad de autores y momentos o en la existencia de otras colecciones anteriores es la falta de homogeneidad en el uso de palabras como Yahveh o Elohim, ya que se considera habitualmente que los salmos que usan Elohim para referirse a Dios son más antiguos que los yahvistas.

La mayoría de los Salmos contienen un encabezado a modo de título. La versión de los LXX incluye más que el texto masorético. La versión hebrea da como autor de 73 salmos a David y la LXX, 84. Se usan algunas expresiones para dar a entender el tipo de salmo: mizmor (salmo) en 57 ocasiones, shir (cantos) en 30 ocasiones, tefillah (oraciones) en 3 ocasiones, tehillah (himnos o cantos de alabanza) en 1 ocasión, miktam (traducido como “poema para inscripción ) en 6 ocasiones como por ejemplo en los salmos 16,56-60), maskil (trozo hecho con arte) en 13 ocasiones (salmos 32, 42, 44, 45, 52-55,74, 78, 88, 89 y 142) y siggayon (lamentación) en 1 ocasión.

Se llama lamed auctoris a una indicación que ofrece información sobre el creador del salmo o su dedicatoria. Recientemente se ha puesto en duda su pertenencia original al salmo, debido a la cantidad de variantes que presenta. En los títulos se ofrecen también datos sobre los instrumentos musicales empleados o de acompañamiento o incluso del uso de melodías conocidas: de cuerda, voces de soprano, tonadas del “no destruyas”. Hay indicaciones e incluso palabras que no han logrado ser dilucidadas con certeza, como la expresión selah ("interludio", en la LXX, y “siempre”, en la Vulgata de Jerónimo de Estridón).

En los salmos 8, 81 y 84, aparece el vocablo hebreo gui·tit, empleado, en el antiguo Israel, en la composición. Se cree que la expresión se·mi·nit indica una disminución de una octava. Finalmente, en el salmo 5 se halla la neji lóhth, de significado incierto y que probablemente derive de jalíl o "flauta", en hebreo.

Hay también en los títulos algunas indicaciones sobre el momento en que se debían usar: bien en peregrinaciones, bien para la celebración de la dedicación del templo o para el sábado, entre otros. Finalmente, algunos salmos incluyen en los títulos una explicación del momento en el que supuestamente se habría compuesto el salmo: la huida de David ante Saúl, el arrepentimiento tras la muerte de Urías, la guerra con Absalón, etc.

Un buen número de Padres de la Iglesia se manifiestan a favor de considerar también como inspirados estos textos de los títulos de los salmos debido a que, según opinan, serían obra del mismo autor. Pero también muchos discuten no solo su origen sino también su veracidad. En la actuallidad, la mayor parte de los exégetas niegan su carácter canónico.

El texto original de los Salmos estaba en hebreo. Los manuscritos más antiguos con los que se cuenta y que están en esta lengua son de fines del siglo X aunque los fragmentos que se encontraron en Qumram sean de mediados del siglo I. Dado que se trataba de un texto muy usado con fines litúrgicos, sufrió diversas transformaciones y cambios que hacen muy difícil descubrir el texto hebreo que fue la fuente de las traducciones más antiguas con que se cuenta. Esto se puede comprobar si se comparan textos duplicados como el del Salmo 18 con 2 Samuel 33 o el Salmo 14 con el 53. A esto se añade el hecho de que el período de composición de todos ellos va de seis a ocho siglos.

Aun cuando se encontraron en Qumram diversos textos e incluso, en algunos casos, variantes de un mismo salmo, el más importante es el rótulo de cuero 11QPs, con 41 salmos: 7 apócrifos (con el himno que se menciona en Sab 51, 13-20, y el Salmo 151, que aparece también en la Septuaginta) y los últimos 33 salmos del salterio canónico.

Traducciones[]

Se habla de una especie de grupos de salmos dentro del salterio o incluso de "salterios dentro del salterio", y es que todas las técnicas de crítica textual se han usado en los textos de los Salmos. A continuación se enumeran diversas traducciones:

  • Septuaginta: Según la mayoría de los críticos, la traducción es de mala calidad, pero es la más antigua (fines del siglo II a. C.). De hecho, Beaucamp afirma: A pesar de sus incorrecciones tanto en la traducción como en el mismo griego, se usa para tratar de dilucidar el texto hebreo que le sirvió de base. Fue recensionada por Luciano de Antioquía y Hesiquio de Antioquía.
  • Otras versiones en griego: Según Jerónimo, hubo también otras versiones griegas que usó para su texto latino. Una, llamada "de Áquila" (realizada a inicios del siglo II), y la de Símaco (hacia el año 200).
  • Pesitta o versión siriaca común: Existe ya una versión crítica preparada por W. E. Barnes.
  • El Tárgum es la versión en arameo que también resulta útil para descubrir la versión original o fuente hebrea. Se caracteriza por la cantidad de comentarios que se añaden al texto.
  • Versiones latinas: Tres son obra de Jerónimo:
    • Una a partir de la Vetus latina (que a su vez es traducción de la Septuaginta).
    • La segunda se hizo en Palestina; en realidad, es una revisión de la anterior que se conoce como Salterio Gallicano (fue adoptada en las Galias) y, tras la aprobación papal en 1568, entró también en el salterio.
    • La tercera se compuso entre el 390 y el 405 a partir de un texto en hebreo (de ahí su nombre de Psalterium iuxta hebraeos).

La nueva Vulgata de 1979 hace otra traducción que, además, unifica la numeración con la hebraica.

Géneros literarios[]

Existe discusión entre los exegetas sobre el modo de clasificar los géneros literarios o variantes de los salmos. Es tan grande la variedad de géneros o posibles clasificaciones que fácilmente quien busca rigor y detalle se verá defraudado.

La distinción más general es la que parte del que hace la oración para distinguir si es uno solo o una comunidad o grupo. Los salmos que expresan la oración de la comunidad suelen ser litúrgicos. Sin embargo, hay casos en que una oración de una persona corresponde a la plegaria de un rey o de un sacerdote lo que implica una oración litúrgica y además colectiva.

Una primera propuesta que se ha mostrado infructuosa es dividir los salmos por las tradiciones de las que serían eco. Algunos salmos llaman a Dios Yahveh, mientras que otros lo denominan Elohim. Esta facilidad para identificar los salmos y agruparlos en dos colecciones según el uso que hagan de los distintos nombres de Dios ha generado los términos "colecciones o tradiciones yahvista o elohísta".

Es evidente que la única clasificación de utilidad será aquella que los separe según su género literario; sin embargo, esta tarea también ha demostrado ser dificultosa dado que la literatura judía no es individual, sino comunitaria. Las fuentes de sus escritos son numerosas, pero, todas terminan remitiendo al culto y la liturgia.

Como todos los salmos vienen de la celebración litúrgica, también comparten un esquema estructural común. Teniendo esto en cuenta, se han individualizado tres condiciones que varios salmos han de cumplir para poder ser incluidos en una categoría común:

  1. Deben proceder originalmente de un mismo ámbito.
  2. Tener un trasfondo intelectual y filosófico común.
  3. Poseer formas literarias semejantes.

De ahí la clasificación que se ofrece a continuación y que sigue a grandes rasgos la ofrecida por Drijvers.

Himnos[]

Hay varios himnos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento (cf. Éx 15, 21, Jc 5) como en el Nuevo Testamento (cf. Lc 1, 46-55, Lc 1, 68-79). Los himnos-salmos tienen como característica principal es el ser cantos de alabanza, de glorificación desinteresada, es decir, no contienen peticiones o ruegos. Además tiene un esquema más o menos fijo.

Comienza por una invitación a la alabanza y en el desarrollo se ofrecen los motivos por los que Dios ha de ser glorificado incluyendo a veces largos relatos de sus hazañas. Las conclusiones suelen ser variadas: repiten la introducción, hacen una promesa o voto, una oración. Algunos tratan, como motivo de alabanza, la creación; otros la historia del pueblo de Israel y la acción divina en ella. Se detienen sea en las maravillas del mundo sea también en los hechos que muestran el amor divino al hombre.

La redacción es casi siempre impersonal lo que facilita su uso litúrgico o al menos el que se pueda emplear como medio para la oración en común. Incluso las indicaciones de gestos o movimientos (arrodillarse, alzar los brazos, etc.) tienen un sentido litúrgico y permiten también dar con el contexto original en que eran usados.

Súplicas[]

En este caso prima el ruego personal (cf. Sal 3; 5; 13; 22; 25, etc.) por sobre el colectivo (Sal 4; 79; 80; 83, etc.) aunque las formas gramaticales de una persona bien pueden referirse a la oración del sacerdote que en realidad es una oración por intenciones colectivas. En general todos son una respuesta religiosa ante las desgracias y la persecución de los enemigos, respuesta que incluye la petición de ayuda divina.

Suelen comenzar por una invocación breve o por un recuerdo apenas esbozado de las bondades divinas. Luego viene la descripción de las desgracias que aquejan al suplicante quien a veces deja sonar sus quejas, lamentaciones y gritos. Normalmente desembocan en un reconocimiento de que por las propias fuerzas el orante no puede salir de tal situación y que resulta imprescindible la acción de Dios. Esto sirve de marco e introducción a la súplica propiamente dicha que puede ser genérica o concreta. En la conclusión se suele hacer un acto de confianza en que Dios dará cuanto se le ha pedido.

Los salmos más conocidos y usados en la oración son de este género. Así en el Salmo 22 o "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", el Salmo 51 o "Miserere" y el Salmo 130 conocido como "De profundis."

Acción de gracias[]

Aquí también encontramos tanto salmos de gratitud cuyo sujeto es una persona (cf. Sal 18; 32; 34; 40) como también varias o un colectivo (cf. Sal 66;67; 124; 129).

La introducción es muy semejante a la de los himnos, a la que sigue una narración de los motivos para dar gracias (una situación penosa que se ha resuelto, un ataque o persecución superada, etc.) añadiendo una oración de súplica.Luego sigue el relato de la acción divina salvadora. Concluyen con la acción de gracias propiamente dicha y actos de confianza en el poder de Dios.

Reales[]

Tienen dos modalidades: algunos salmos que hablan sobre el rey de Israel y otros que muestran la realeza divina. La tradición de ambos grupos de salmos es davídica en el sentido de que se apoya tanto en la elección divina del rey David como en la promesa que Yahveh le hizo sobre la perpetuidad de su dinastía.

Inicialmente usados para la consagración de reyes o para ceremonias reales, con la caída de la monarquía son reutilizados en sentido mesiánico. Los más representativos son el Salmo 2, el 45, el 89 y el 110 (para los directamente relacionados con la dinastía davídica) y los Salmos 47; 93 al 99 sobre la realeza de Yahveh. Dada su diversidad de funciones, resulta más difícil establecer un esquema general.

Mesiánicos[]

El tema de los salmos mesiánicos es discutido entre las escuelas a tal punto que hizo necesaria la intervención de la Comisión bíblica en la Iglesia Católica. Es evidente la tensión mesiánica que vivía Israel y también que los evangelistas se apropiaron de algunos salmos para darles sentido de profecías que Jesús estaría cumpliendo. Sin embargo, se discute sobre qué salmos contendrían este tipo de profecía y cuáles serían extrapolaciones.

Cánticos de Sion[]

Muy relacionados con los dos géneros anteriores, se trata de salmos que cantan las glorias de Sion, himnos de forma clásica pero a partir de un tema único. Recuerdan los diversos momentos de la presencia de Yahveh con su pueblo desde el diálogo con Moisés pasando por el Arca de la Alianza y hasta llegar al Templo de Jerusalén.

Didácticos y de sabiduría[]

Se trata de composiciones destinadas a la enseñanza. Se caracterizan por varios elementos formales que ayudan a hacerlos más didácticos y fácilmente memorizables: siguen un orden alfabético en la primera letra de algunos versos (cf. Sal 9-10; 25; 34; 37;111; 112; 119; 145), tratan de la Ley o de la ética israelita.

Otras categorías[]

Autores como Lipinski o Peinador abogan por una clasificación que incluya también otros géneros como salmos de imprecación, de profecía, de maldición, etc. También se habla de salmos mixtos, es decir, que tienen formas o contenidos propios de diversos géneros de los mencionados anteriormente. El Salmo 137 que narra las desventuras de los judíos en la cautividad no queda dentro de ninguno de los géneros mencionados anteriormente.

Mensaje[]

Dada la gran diversidad de géneros literarios y de prospectivas teológicas o exegéticas resulta difícil hacer una descripción de la doctrina contenida en los salmos. Se ha de discurrir por una vía intermedia entre quien considera el salterio como un todo y quiere extraer de allí enseñanzas y quien busca sencillamente ver la evolución de la experiencia religiosa que los salmos muestran.

Algunos salmos son o eran usados para peregrinaciones y otras actividades litúrgicas. Los sacrificios y holocaustos se animaban con salmos de acción de gracias. Sin embargo, algunos salmos quedan fuera del aspecto netamente litúrgico y manifiestan más la espiritualidad o experiencia espiritual del autor. Incluso movimientos como los anawim (pobres de Yahveh) quedan expresados en salmos como el 34 o el 37.

Dios es el principal interlocutor de todos los salmos, en especial de los himnos. Es un Dios grande, omnipotente y trascendente pero también se le aplican verbos de acciones humanas, sobre todo en los salmos de súplica o de acción de gracias. Se afirma sólida y repetidamente el monoteísmo pero no como algo doctrinal sino subrayando su grandeza, su superioridad sobre los ídolos.

Hablan del poder de Dios en la creación y en la historia. En relación con el hombre, Dios es quien hace justicia y libra a los oprimidos o que sufren injusticia. La idea de la paternidad divina casi no aparece en los salmos de manera textual pero sí su fidelidad y su amor eternos (cf. Sal 136).

Se subraya continuamente la necesidad de una confianza absoluta en la acción de Dios. Muestran la certeza de que todo lo que se pida será concedido e invitan a Yahveh a actuar sin demora. En los salmos de acción de gracias se manifiesta esa confianza realizada sea en aspectos como la cosecha abundante sea también por el triunfo sobre la enfermedad o los enemigos. Los salmos de peregrinación o de procesión, como ya se ha mencionado ofrecen útil información sobre la liturgia pero también muestran otro de los temas recurrentes en la piedad de Israel: la devoción por el Templo y la presencia de Yahveh en él.

Las diversas actitudes del creyente ante la divinidad son otro tema recurrente en los salmos. Fidelidad, optar por el camino de Dios, vivir en Él, veneración de la palabra del Señor y de la ley, pobreza, humildad. Ante las situaciones de injusticia manifiesta y todavía más ante aquellas que se prolongan en el tiempo, los salmistas suelen recordar que se trata de una victoria aparente pues la dicha del malvado y la permanencia de esas situaciones inicuas serán temporales. Sin embargo, también instan con fuerza a Dios a actuar con prontitud o dirigen su mirada a la retribución que los justos recibirán de Yahveh por todas estas penalidades. Con todo, no parece haber una base de fe en la vida eterna o en una recompensa tras la muerte en los salmos.

Hay también expresiones de franco querer el mal para los enemigos.

Utilización de los salmos[]

La primitiva iglesia cristiana adoptó los salmos como plegaria litúrgica debido no solo a la influencia de sectores judaizantes sino también para defenderse de las creaciones espontáneas y a menudo heréticas que derivaban de la originalidad.[1]

Referencia[]

  1. Libro de los Salmos en Wikipedia.
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