Libro de Oseas | ||
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Datos básicos | ||
Autor | Oseas | |
Fecha | 722 a. C. | |
Idioma | Hebreo | |
Números | ||
Capítulos | 14 | |
Versículos | 196 | |
Nombre | ||
Más datos | ||
Testamento | Antiguo Testamento | |
Sección | Proféticos | |
'Número de libro | 4 |
El Libro de Oseas es un texto bíblico del Antiguo Testamento cristiano y del Tanaj hebreo. Para los protestantes se trata del primero de los profetas menores, mientras que para los católicos es el segundo (luego de Baruc). Tanto en las Biblias protestantes como en las católicas se encuentra ubicado entre Daniel y Joel.
Autor[]
El libro se atribuye al profeta Oseas, activo en Israel entre 722 a. C. Esto contradice la afirmación de Os. 1:1, lo cual se explica por el hecho de que ese versículo es muy posterior al resto del libro. Las indicaciones del libro son demasiado vagas y generales como para poder establecer más detalles respecto de la vida del hombre real que escribió el texto.
Contexto histórico[]
Oseas profetizó durante los años de decadencia del reino del norte. Luego del reinado de Jeroboam II se presentaron tiempos difíciles, en los cuales las revueltas, golpes militares y asesinatos de reyes eran episodios comunes, a tal punto que se cometieron cuatro regicidios en un término de quince años escasos.
La anarquía cubrió el país, mientras que el pueblo era víctima de la inseguridad, el robo, la violencia y otros males. Ante la gravedad de la situación, la corona pidió ayuda, como había sucedido en el pasado, a los grandes poderes imperiales de la región: Asiria y Egipto.[1]
La apostasía del pueblo estaba desenfrenada, se habían apartado de Dios para servir a los becerros de Jeroboam y a Baal. Durante la vida de Oseas, los reyes del reino del norte, sus partidarios y sacerdotes habían llevado a la gente lejos de la Ley de Dios; abandonando la adoración de Dios, adoraron a otros dioses, especialmente Baal, el dios cananeo de la tormenta, y Asera, la diosa cananea de la fertilidad. Otros pecados le siguieron, incluyendo homicidio, perjurio, robo y prostitución. Oseas declara que si no se arrepienten de estos pecados, Dios permitirá que su nación sea destruida y el pueblo desterrado por Asiria, el imperio más grande de la época.
La profecía de Oseas se centra en el amor infinito de Dios hacia un Israel pecaminoso. En este texto, la agonía de Dios se expresa sobre la traición de Israel. Stephen Cook afirma que los esfuerzos proféticas de este libro se pueden resumir en este pasaje: "Yo, el Señor, soy tu Dios desde que estabas en Egipto: No reconozcas como Dios a nadie fuera de Mí, pues solo yo soy tu salvador." (Os 13: 4). El trabajo de Oseas era hablar estas palabras en un momento en que había sido esencialmente olvidadas.[2]
Situación religiosa[]
Este caos social, político y económico llevó también a la degradación moral y religiosa, a la que Oseas alude en forma permanente: la piedad judía se desvía de la verdad, llegando a adorar a un becerro de oro en lugar de Yavé, vicios que se apoyaban en la prosperidad económica de los años previos. Ante la tribulación presente, el profeta echa en cara a los judíos su impiedad pasada.
La profecía[]
La profecía de Oseas es una de las más oscuras y difíciles de interpretar de todo el Tanaj. Sus vaticinios son tan breves y escuetos que más parecen resúmenes de una obra más larga destinadas a auxiliar en la confección de un texto posterior más completo que, hasta donde sabemos, jamás llegó a escribirse. Para colmo, el texto hebreo actual ha sufrido interpolaciones, resúmenes, correcciones y adiciones y fue influido por noticias provenientes de Judá que rompen su unidad cultural e intelectual.
El principio de las palabras de Oseas es Yavé que lo manda a tomar una mujer fornicaria e hijos de fornicación porque la tierra fornica apartándose de Yavé. Claramente Dios está hablando de su pueblo; pero Oseas se juntó con una mujer fornicaria llamada Gomer y con ella tuvo tres hijos, el primer hijo se llamó Jezrael, la segunda fue Lo-ruhama y el tercer se llamó Lo-ammi.
Estilo literario[]
El estilo literario de Oseas es muy hermoso, entrecortado, denso y sentencioso, con brillantes figuras léxicas (paronomasias y juegos de palabras, sobre todo) y un nutrido vocabulario. El capítulo 2 es especialmente bello, porque su verba florida le impide reiterarse aunque mencione los mismos temas más de una vez.
Doctrina[]
Si Amós es el profeta de la justicia, Oseas es el profeta del amor, reiterando siempre la imagen de Dios y el pueblo como un marido y su esposa,que termina siéndole infiel —los judíos—, metáfora característica en la prosa del profeta.
En este contexto, el "Dios celoso" se ve justificado porque su "mujer" lo engaña con otros dioses falsos: un amor celestial encharcado por bajas pasiones humanas. Esta es la diferencia entre los dioses espurios y Yahvé: ellos aceptan compartir sus altares con otras deidades, pero el Señor no. Su amor es total y completo, pero exclusivo y absorbente.
Oseas, por lo tanto, no acepta el sincretismo, ni nuevas alianzas, ni amistad con otros credos. Los cultos idolátricos y las liturgias naturalistas quedan, a partir de este profeta, completamente fuera de la cuestión. Al preguntarse por qué el judío no puede amar a Dios como este lo ama a él, Oseas responde que por causa de la comodidad material en que vive el pueblo. Es también, por ende, el profeta de la frugalidad y la pobreza.
Mientras Israel vaga por el desierto, clama a Dios y le entrega su corazón, pero cuando está caliente y bien alimentado en su casa se desvía y adora figuras de animales. Cree que no necesita más del Señor; opina que se la pasará mejor sin él, pero está equivocado. Dios le quitará sus bienes físicos y lo pondrá de nuevo en el hambre y la suciedad para que recuerde el verdadero camino de la salvación y lo siga de una vez por todas. Finalmente, los israelitas despertarán de su estupefacción y experimentarán de nuevo la necesidad de acercarse al Señor Yavé.
Organización[]
La profecía está dividida en dos piezas, a pesar de que, especialmente en la segunda, no se siga ningún orden lógico. La primera parte es de sentido discutible, aunque sería importantísimo establecer de qué se trata, porque la segunda es la aplicación práctica de ésta.
La interpretación más aceptada dice que Oseas se ha unido con su amada pero ésta lo ha abandonado. Como se ve, el profeta se compara con Dios y teje una vez más la metáfora del esposo y la mujer. El profeta y Dios ha seguido amando a la joven y la somete a una prueba; superada ésta, la perdona y vuelve a llevarla junto a sí. Este es el resumen de la manera audaz e inédita en que Oseas expresa las relaciones de Yavé con los judíos: amorosas, románticas, casi carnales o de naturaleza sexual.[1]
Referencias[]
- ↑ 1,0 1,1 Esta página utiliza contenido de Wikipedia (ver autores) con licencia Creative Commons.
- ↑ Esta página utiliza contenido de Wikipedia (ver autores) con licencia Creative Commons.