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Libro de Miqueas

Micah

Datos básicos
Autor Miqueas de Moreset
Idioma Hebreo
Abreviatura Mi.
Números
Capítulos 7
Versículos 105
Nombre
Más datos
Testamento Antiguo Testamento
Sección Proféticos
'Número de libro 6

El Libro de Miqueas pertenece a los libros proféticos del Antiguo Testamento. Fue escrito a finales del siglo VIII a. C. por el profeta que lleva su nombre. Este libro contiene siete capítulos.[1]

Contenido[]

En el nivel más amplio, Miqueas se puede dividir en tres partes aproximadamente iguales:

  1. Juicio contra las naciones y sus líderes.
  2. La restauración de Sión.
  3. Juicio de Dios contra Israel y esperanza.

Dentro de esta amplia estructura de tres partes hay una serie de oráculos de juicio y las promesas de restauración:

  • Oráculos de juicio: 1:2-2:11, 3:1-12, 6:1-7:6
  • Oráculos de la restauración: 2:12-13, 4:1-5:15, 7:7-20

Inicio (1:1): Un editor anónimo ha suministrado el nombre del profeta, el tiempo de actividad y la identificación de su discurso como palabra de Dios.

Juicio contra Samaria (1:2-7): El profeta presenta la venida del Señor para castigar a la ciudad, cuyos pecados son la idolatría y el abuso de los pobres.

Advertencias a las ciudades de Judá (1:8-16): Samaria ha caído, Judá pende de un hilo. Miqueas describe la destrucción de algunas ciudades de Judá.

El abuso del poder (2: 1-5): Denuncia quienes se apropian de la tierra y las casas de los demás para acumular riquezas para sí mismo o para la militarización de la región para prepararsen ante ataque asirio.

Amenazas contra el profeta (2: 6-11): El profeta amenazado responde que los gobernantes están dañando al pueblo de Dios y solo quieren escuchar a aquellos que defienden las virtudes del vino.

Una promesa tardía (2:12-13): Estos versos asumen que el juicio ya ha caído e Israel ya está disperso en el extranjero.

Sentencia contra Sión (3:1-4): Los gobernantes de Israel son acusados de obtener más riqueza a expensas de los pobres por cualquier medio. Los profetas son corruptos, buscando su beneficio personal. Los gobernantes de Jerusalén creen que Dios siempre estará con ellos, pero Dios estará contra su pueblo y Jerusalén será destruida.

La esperanza de Sión (4:1-5): Sion y el Templo será reconstruido por Dios, en la paz y la incorrupción, con el deseo de aprender las leyes de Dios y vivir en paz.

Otras promesas a Sión (4:6-7): Sion que ella volverá a disfrutar de su antigua independencia y poder.

La llegada del Mesías (5: 1-14): El Mesías saldrá de Belén, la casa de David, para restaurar a Israel. Asiria será azotado y el castigo de Israel dará lugar a la sanción de las naciones.

La demanda de Yavé (6: 1-5): Yavé acusa a Israel de romper el pacto por la injusticia y la deshonestidad de los reyes de Israel.

El deber del hombre (6: 6-8): Miqueas habla en nombre de la comunidad preguntando a Dios sobre los sacrificios mosaicos. Dios le responde que lo que quiere del hombre es justicia, fidelidad, lealtad y obediencia.

La ciudad de los tramposos (6: 9-16): La ciudad es reprendida por sus prácticas comerciales deshonestas.

El lamento de Miqueas (7: 1-7): Miqueas lamenta que la honestidad y la decencia han desaparecido, las familias están llenas de conflictos.

El renacer de Israel (7: 8-10): Israel reconoce que su destrucción es el justo castigo de Dios y ve la esperanza de que Dios todavía está a su favor.

La restauración de Jerusalén (7: 11-13): Jerusalén será reconstruida y su poder será mayor que nunca.

El perdón de Dios (7: 14-17): Se canta al Señor, recordando las victorias pasadas y se agradece la misericordia de Dios.[2]

Contexto historico[]

Miqueas vivió un tiempo de guerra cruel. Vio desatarse la guerra entre el Reino del Norte y el Reino del Sur, con 120.000 muertos en el Reino del Sur (2 Cró 28:6) sin mencionar las víctimas del Reino del Norte. Después Asiria, una gran potencia militar de su época aplasta al Reino del Norte, sólo un milagro pudo evitar que estos mismos ejércitos entraran en Jerusalén (2 Cró 32).[1]

La época de Miqueas corresponde al largo período de paz entre Israel, Judá y las otras naciones de la región acabado por una creciente agresiva y rápida expansión del imperio asirio. Entre 734 y 727, Tiglat-piléser III de Asiria llevó a cabo campañas casi anuales en Palestina, tomando Israel, parte de Judá y Filistea y recibiendo tributo de Amón, Moab y Edom.

A la muerte de Tiglat-piléser, Israel se rebeló, pero un contraataque asirio destruyó su capital, Samaria, en el año 721 a. C. después de un asedio de tres años. Los ataques asirios contra Israel produjo una afluencia de refugiados a Judá, lo que habría aumentado las tensiones sociales, mientras que al mismo tiempo las autoridades de Jerusalén tenían que invertir grandes cantidades en defensa.

Cuando los asirios atacaron a Judá en 701 a. C lo hicieron a través de la costa de Filistea y Sefela, la región fronteriza que incluye la aldea de Miqueas, Moréset, así como Laquis, la segunda ciudad de Judá.[2]

Miqueas interpretó estos acontecimientos como el castigo de Dios sobre el Reino del Norte por pecados como: idolatría por adorar a Baal y a otros dioses, sacrificios humanos, magia y prostitución. Dichas actividades se iban infiltrando hacia el sur, hacia Judá. De tal manera que Miqueas se refirió a Jerusalén como "lugar alto", nombre común que se le daba al lugar de adoración a dioses paganos (1:5), predicando así que el Juicio que cayó sobre el Reino del Norte caería ahora sobre Judá por causa de su desobediencia a Dios.[1]

El hombre[]

Miqueas, autor del libro que ocupa el sexto lugar en la colección de los doce profetas menores,nació en Moréset (Miq. 1, 1; Jer. 26, 18), una localidad no lejos del pueblo de Gat (Miq. 1, 14).

Jerusalén fue el escenario de su ministerio, y se realizó, como sabemos por el título de su libro, bajo los reyes Jotán (740-735 a. C.), Ajaz (735-727?) y Ezequías (727-698?). Sin embargo, no parece que poseamos ninguno de sus discursos anteriores al reinado de Ezequías. Fue, pues, un contemporáneo del profeta Isaías.[3]

Enseñanzas[]

Miqueas es sobre todo un profeta del juicio, Dios aparece como el juez universal. Uno de los más grandes legados espirituales de esta obra estriba en su enseñanza acerca de cómo aceptar y sobrellevar la ira divina. La ira de Dios pasa, pero su benignidad es eterna y en su ira hay compasión. El Dios del juicio también es el Dios del perdón.

Por lo demás, sólo se acentúan aquellos atributos divinos que constituyen el fundamento de su predicación profética: la grandeza de Dios, su santidad, su ira y su gran misericordia. Miqueas, como los otros profetas, abundan en grandes enseñanzas morales.

Para él, el más grande pecado es la corrupción moral. Sólo concede valor a la religión en cuanto ella es capaz de producir la justicia en el individuo y en la sociedad. En 6:8 resume todo el contenido de la predicación de sus predecesores o contemporáneos:

  • Practicar la justicia.
  • Amar la misericordia.
  • Caminar humildemente con Dios.

El origen del Mesías[]

Sobre todo, el libro ha suscitado especial interés por su profecía sobre el origen del Mesías, una de las más concretas del Antiguo Testamento, y con la cual el libro culmina sus ideas escatológicas:

Mas tú, Belén Efrata, aunque menor entre las familias de Judá, de ti ha de salir aquel que ha de dominar en Israel.
5:1-5

En el Nuevo Testamento los evangelistas reconocen en Belén Efrata la dignación del lugar de nacimiento del Mesías. La profecía se cumple en Jesús, nacido en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes (Mt 2:1-6; Jn 7:42).[1]

Referencias[]

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