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Heracles
Hercules&DeianiraGossart

Hércules con su esposa Deyanira.

Datos personales
Otros nombres Hércules
Género Masculino
Nacimiento 1282 a. C.
Fallecimiento 1226 a. C.
Vida 56 años
Familia
Cónyuge Megara
Ónfale
Deyanira
Padres Zeus y Alcmena
Hermanos Ificles
Abuelos Cronos y Rea
Alceo
Características
Ocupación Rey
Héroe
Religión Paganismo helenico

Heracles, la gloria de Hera, o Hércules, era un héroe de la mitología griega. Era considerado hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal, hijo adoptivo de Anfitrión y bisnieto de Perseo por la línea materna. Recibió al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a su abuelo Alceo; si bien esta misma palabra evoca la idea de fortaleza. Fue en su edad adulta cuando recibió el nombre con que se lo conoce, impuesto por Apolo, a través de la Pitia, para indicar su condición de servidor de la diosa Hera.

En Roma, así como en Europa Occidental, es más conocido como Hércules y algunos emperadores romanos como Cómodo y Maximiano se identificaron con su figura.

Biografía[]

Nacimiento e infancia[]

Zeus yació con Alcmena tras adoptar la apariencia del marido de ésta, Anfitrión de Tebas, que había dejado su hogar para ir a la guerra contra Atenas, y el cual regresó victorioso esa misma noche, más tarde, cuando Alcmena ya se había quedado embarazada de gemelos. En la noche en que estaba previsto que los gemelos nacieran, Zeus juró que el niño miembro de la casa de Perseo a la que pertenecería Heracles por vía de su supuesto padre Anfitrión que naciera aquella noche se convertiría en un gran rey. Otras versiones afirman que fue Hera la que convenció a su marido de que lo jurara, sólo para después poderle arrebatar el derecho a la corona a sus hijos.

Cuando Hera se enteró del juramento, conociendo el adulterio de Zeus y odiando al fruto de su infidelidad, quiso perjudicarlo. Corrió a la casa de Alcmena y ralentizó el parto sentándose con las piernas cruzadas y las ropas atadas con nudos; cuando se enteró de esto, Zeus enfureció, pero no le quedó otra que mantener su promesa. Al mismo tiempo, hizo que Euristeo, primo de los gemelos, naciese con dos meses de antelación, siendo él el rey. Y habría retrasado permanentemente el nacimiento si no hubiese sido engañada por Galantis, la criada, quien le dijo que ya había asistido a los niños en el parto. Hera, sin comprender nada, desató los nudos permitiendo así que Alcmena diese realmente a luz a Heracles y a Ificles, que nacieron en Tebas en el año 1.282 a. C.

Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles en el cuarto día de cada mes griego. Pero la categoría de semidiós sólo podía ser para uno de los dos niños, el cual fue Heracles, que recibió junto con el título el don de la fuerza, mientras que su hermano gemelo, Ificles, nació mortal. Todo el odio de Hera recayó sobre Heracles, ya que era el que había nacido antes, y por lo tanto, a él le correspondería la corona.

Zeus, intentando arreglar el daño hecho por su mujer, nombró a Heracles rey de la ciudad fortaleza Tirinto, mientras que Euristeo fue nombrado gobernador de Micenas, polis mucho más importante. Otra versión cuenta que Hera retrasó el parto haciendo que Ilitía se sentase en la mencionada posición, y que fue ésta la engañada por Galantis. Hera transformó a la criada en comadreja y la obligó a dar a luz poniendo huevos por la boca. Unos pocos meses después del nacimiento de Heracles, Hera envió dos serpientes a matarlo mientras dormía en su cuna. El héroe estranguló una serpiente con cada mano y fue hallado por su niñera divirtiéndose con sus cuerpos exangües como si fueran unos insignificantes juguetes.

Una versión del origen de la Vía Láctea es que Zeus engañó a Hera para que amamantase a Heracles. Al descubrir quién era, lo apartó bruscamente de su pecho, proceso en el cual despidió un chorro de leche que formó la mancha que cruza el cielo y que puede verse en él desde entonces. Se cuenta una historia parecida sobre Hera y Hermes, aunque en ese caso, el truco funcionó y la diosa le tomó más cariño al bebé.

Juventud[]

Heracles creció sano y fuerte. Recibió con su hermano clases de música del maestro Lino, pero era un estudiante rebelde e indisciplinado. Lino lo regañaba constantemente, y un día Heracles se enfureció de tal manera que lo golpeó con una lira, matándolo al instante. El joven Heracles debió comparecer ante un tribunal, acusado de asesinato, pero se salió del apuro citando una sentencia de Radamantis, según la cual existía el derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa (aunque realmente Lino no había tocado a Heracles). Fue pues, absuelto.

Pero Anfitrión, inquieto, y temiendo que su hijo adoptivo fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a enviarlo al campo, y lo puso al frente de sus rebaños. Allí, según una tradición, un boyero escita llamado Téutaro continuó su educación, adiestrándolo en el arte de manejar el arco. Heracles siguió realizando proezas tales como matar al León de Citerón, que estaba acosando y cazando los rebaños locales, y se vistió con sus pieles. Cuando regresaba de su cacería se encontró con los emisarios del rey minio Ergino de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Heracles los atacó, les cortó la nariz y las orejas y las ató a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey tebano Creonte le recompensó otorgándole la mano de su hija, la princesa Megara, con la que tuvo varios hijos. Pirra, su hermana menor, se casó con Ificles, el hermano gemelo del héroe.

Los doce trabajos[]

En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a su mujer, la sus hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos. Otras versiones dicen que dejó a Megara con vida, y que cuando volvió en sí, no pudo seguir viviendo con ella y se la entregó a su sobrino Yolao. Al despertar y descubrir los terribles actos que había cometido, sintió un terrible dolor, y avergonzado, se aisló de la sociedad yéndose a vivir a tierras salvajes. Tras una larga búsqueda, fue hallado por su hermano Ificles, que le convenció de que fuera al Oráculo de Delfos.

En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie de diez trabajos dispuesta por Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba. Heracles realizó los diez trabajos con éxito, pero Hera, malmetiendo contra éste, convenció a Euristeo de que tachara de inválidos el segundo, en el que fue ayudado por su sobrino Yolao, y el quinto, ya que bien pensado, lo realizó para Augías, según algunas versiones se escudaba en que el trabajo lo habían realizado los ríos, igual que Augías para no pagar a Heracles lo acordado en la apuesta personal que hicieran. Debido a esto, Heracles tuvo que realizar dos trabajos más, sumando en total los doce.

El orden tradicional de los trabajos es:

  1. Matar al León de Nemea y despojarle de su piel.
  2. Matar a la Hidra de Lerna.
  3. Capturar a la Cierva de Cerinea.
  4. Capturar al Jabalí de Erimanto.
  5. Limpiar los establos de Augías en un sólo día.
  6. Matar a los Pájaros del Estínfalo.
  7. Capturar al Toro de Creta.
  8. Robar las Yeguas de Diomedes.
  9. Robar el cinturón de Hipólita.
  10. Robar el ganado de Gerión.
  11. Robar las manzanas del jardín de las Hespérides.
  12. Capturar a Cerbero y sacarlo de los infiernos.

Matando gigantes[]

Heracles mató a los gigante Cicno y Porfirión. Cicno era muy sanguinario y quiso construir un templo con los huesos y calaveras de las personas y animales que asesinaba. El gigante desafió a Heracles a un combate singular en Itone; el héroe aceptó y mató a Cicno en el combate. La muerte del gigante provocó la furia de su padre, Ares, que también enfrentó a Heracles. Aun así, el héroe derrotó al dios y lo obligó a volver al Olimpo.

Porfirión fue uno de los gigantes que se rebelaron contra los dioses, aun cuando Hera le prometió la mano de su hija Hebe si luchaba contra Dioniso, intentando incluso lanzarles la isla de Delos. Para debilitarle, Zeus le inspiró sentimientos amorosos hacia Hera, pero fue tal la violencia con que respondió el gigante que, intentando forzarla, llegó incluso a rasgar la túnica de la diosa. Zeus aprovechó este momento para fulminarlo con su rayo, mientras Heracles lo remataba atravesándolo con varios flechazos.

Otras aventuras[]

  • Heracles derrotó a los bébrices gobernados por el rey Migdón y dio su país al príncipe Lico de Misia, hijo de Dáscilo.
  • Mató al ladrón Termero.
  • Visitó a Evandro con Antor, quien entonces se quedó en Italia.
  • Mató al rey Amíntor de Orminio por no permitirle entrar a su reino. También mató al rey Ematión de Arabia.
  • Mató a Litierses tras derrotarlo en un concurso de siega.
  • Mató a Periclímeno en Pilos.
  • Fundó la ciudad de Tarento en Italia.
  • Aprendió lucha de Autólico.
  • Fue un argonauta. Mató a Alástor y a sus hermanos.
  • Cuando Hipoconte derrocó a su hermano Tindáreo del trono de Esparta, Heracles restauró al legítimo gobernante y mató a Hipoconte y a sus hijos.

Los Juegos Olímpicos[]

Existen cuatro versiones de este asunto:

  • Versión nº 1: Los instaura para celebrar su tamaña victoria sobre Augías. Pero puede que esta versión tan sólo sea el producto de una confusión con los Juegos Ístmicos.
  • Versión nº 2: Los instaura en la ciudad de Abdera como último homenaje a su escudero y amante Abdero. Según cuenta la leyenda, en estos Juegos Olímpicos no había carreras de carros, puesto que ésta había sido la causa de la muerte de Abdero. Esta versión es poco creíble, ya que contradice a los datos históricos que afirman que los Juegos Olímpicos se celebraban en Olimpia y al mito de que Yolao, el sobrino de Heracles, ganó las carreras de carros de la primera edición de los Juegos.
  • Versión nº 3: Simplemente los instaura en honor a Zeus.
  • Versión nº 4: No fue realmente el Heracles de esta página el que instauró los Juegos Olímpicos, sino Heracles Ideo. Corrió hasta Olimpia con cuatro de sus hermanos para entretener al recién nacido Zeus. Al ganar, se puso una corona de olivo y estableció la costumbre de celebrar una serie de eventos deportivos cada cuatro años en honor al dios.

Tras construir el estadio olímpico, Heracles quiso conocer sus dimensiones. Fue contando sus pasos a lo largo de la travesía y llegó al otro extremo del estadio en doscientos. A esto le llamó "distancia estadio" ,que más tarde se convertiría en una famosa unidad de longitud.

La segunda penitencia de Heracles[]

Íole o Yole era la joven y bella hija de Éurito, rey de Ecalia. Heracles se enamoró perdidamente de ella en cuanto la vio y trató de conseguir su mano, pero Éurito se la denegó porque conocía el oscuro pasado de Heracles, en el que éste mataba a su mujer y a sus hijos víctima de la locura, y temía que Heracles volviera a perder la razón y que le sucediera lo mismo a Íole y a los futuros hijos que engendraran.

Tiempo después, Éurito organizó una competición de tiro con arco, prometiendo otorgar la mano de Íole al que lograra batir su marca y la de sus hijos. Heracles participó ansiando ganar. Los hijos de Éurito superaron a todos los demás competidores del reino, pero Heracles dio tan certeramente en la diana que batió las marcas de estos últimos. Cuando Éurito se dio cuenta de que éste estaba ganando siendo irónico, ya que fue el mismo Éurito el que enseñó a Heracles a tirar con arco, detuvo la competición y no le permitió seguir. Su hijo Ífito intentó hacerle entrar en razón sin éxito. Así, Éurito rompió su promesa y se ganó el odio de Heracles.

Heracles, tras la competición de tiro con arco en Ecalia, en la cual intentó sin éxito conseguir la mano de la princesa Íole, se disponía a marcharse de la ciudad cuando las yeguas del rey Éurito fueron robadas. Ífito, el hijo de Éurito, que había apoyado a Heracles en la injusticia de la competición, le pidió a éste ayuda para buscar las yeguas. Heracles accedió y realizaron una larga e infructuosa búsqueda. El héroe regresó a Tirinto, su ciudad de residencia, e Ífito siguió indagando sólo.

Un tiempo después, éste descubrió las huellas que habían dejado las yeguas y las siguió hasta Tirinto, exactamente hasta la casa de Heracles, donde aparecieron los animales robados. El famoso ladrón Autólico, autor de la fechoría, se las había vendido como propias sin que éste nada supiese. Ífito intentó que Heracles las devolviera, pero éste se negó rotundamente, ya que las había pagado y le pertenecían. Se pusieron a discutir acaloradamente en lo alto de una muralla, y en uno de sus arranques de ira, Heracles arrojó a Ífito al vacío, asesinándolo.

Heracles, avergonzado por haber vuelto a matar a un inocente, regresó al Oráculo de Delfos, donde le fue impuesta la penitencia de servir a la reina, según algunas versiones, princesa, Ónfale de Lidia durante tres años. Ésta humillaba a Heracles, obligándole a realizar trabajos de mujer y a llevar ropas femeninas, mientras ella vestía la piel del león de Nemea y portaba su clava de madera de olivo. Pasados los tres años, Heracles dejó de ser esclavo de Ónfale y la tomó como esposa. El héroe la obsequió con el hacha de Hipólita, la cual guardó en las regalías de los reyes lidios. Tuvieron un hijo cuyo nombre varía entre Agelao y Lamo según las distintas versiones.

La muerte de Heracles[]

Heracles viajó a Calidón, donde en las gradas del templo, vio a la princesa Deyanira. Se olvidó de Íole por el momento, ya que Deyanira era una buena opción para los hijos que tanto deseaba. La cortejó hasta que se enamoró de él, pero un gran obstáculo los separaba: el temible Oceánida Aqueloo, a quien Eneo, el rey de Calidón, había prometido la mano de su hija Deyanira. Este dios tenía la facultad de poder cambiar de forma a voluntad. Heracles lo retó a un duelo por la princesa, y el dios-río aceptó. En el combate, se transformó en serpiente, pero el héroe supo manejar la situación. Para mejorar sus habilidades físicas adoptó la figura de un toro, pero realmente fue eso lo que le hizo perder, pues al transformarse descuidó durante un instante la lucha, lo cual aprovechó Heracles para abalanzarse sobre él y matarlo. Tras hacerlo, cogió uno de los cuernos del díos-río y lo entregó a las náyades, con el cual hicieron la cornucopia.

Así, Heracles tomó a Deyanira como esposa. Después de la boda, Deyanira recibió un mensaje de su hermano, el príncipe Meleagro, en el cual le comunicaba que la echaba de menos, así que se dispuso a hacerle una visita en compañía de Heracles. Durante el viaje, tuvieron que cruzar el río Eveno. El centauro Neso se ofreció a llevar a Deyanira mientras Heracles cruzaba a nado, pero se enamoró de ella, y en cuanto alcanzó la otra orilla, salió al galope sin esperar a Heracles, ya que pretendía raptarla para después violarla. Heracles enfureció y le disparó una flecha untada con la sangre de la hidra de Lerna, la cual le acertó en el corazón, matándolo. Mientras Heracles se acercaba al lugar, el moribundo Neso le dijo a Deyanira que tomara un poco de su sangre, y si notaba que perdía el amor de Heracles, se la aplicara, pues era una eficiente pócima del amor. Esta realmente era una trampa para acabar con la vida de Heracles, pero Deyanira se dio cuenta demasiado tarde.

Heracles, que no había olvidado a Íole, levantó en armas a Tirinto y atacó a Ecalia. Mató al rey Éurito y a todos sus hijos y parientes y raptó a Íole. Para celebrar tan tamaña victoria dio un festín en el que sacrificó doce bueyes en honor a Zeus. Heracles encargó a Deyanira una túnica, pues la que llevaba estaba estropeadísima tras la lucha, y quería estar presentable en tal acontecimiento. Ésta, muerta de celos al pensar que su marido prefería a Íole, echó en la túnica la sangre de Neso, a la cual creía una pócima del amor. Sin embargo, la sangre del centauro resultó ser un veneno mortal de devastadores efectos. En cuanto el héroe se puso la túnica, notó que su piel se quemaba. Intentó quitársela, pero el veneno se había pegado a su piel.

Creyéndolo el autor de la fechoría, cogió por los pies a Licas, el sirviente que le había traído la túnica por orden de Deyanira, y lo arrojó al mar. Cuando Deyanira se enteró de lo que realmente había hecho, se suicidó ahorcándose. Otras versiones afirman que se apuñaló en el pecho. Sin embargo, el veneno no mató al héroe, pero le produjo tal dolor que él mismo pidió que lo mataran para terminar con su agonía. Su sobrino, amigo y compañero de aventuras Yolao prendió la pira en la que Heracles murió abrasado, vistiendo las pieles del león de Nemea por encima de la túnica envenenada.

De acuerdo con la Praeparatio evangélica (libro 10, xii) de Eusebio de Cesarea, Clemente de Alejandría afirma que «entre el reinado de Heracles en Argos y la deificación del propio Heracles y de Asclepio hay comprendidos treinta y seis años, según Apolodoro de Atenas, y de ese momento a la deificación de Cástor y Pólux treinta y tres años, y en algún momento de este tiempo sucedió la captura de Troya.»

Dado que Heracles gobernó Tirinto en Argos al mismo tiempo que Euristeo gobernó Micenas, y puesto que en esa época Lino era el profesor de Heracles, puede concluirse que estableciendo la fecha en que Lino enseñaba a Heracles en el 1264 a.C., la muerte y deificación de Heracles ocurrió aproximadamente en 1226 a. C. Los antiguos griegos celebraban el 12 de octubre la fiesta de la Herakleia en conmemoración de la muerte de Heracles.

Amantes[]

  • Mujeres: Megara, Ónfale, Deyanira, Hebe, las 50 hijas de Tespio, Parténope, Epicaste, Astíoque, Calcíope, Auge, Astidamía, Autónoe y Meda.
  • Hombres: Abdero, Admeto, Adonis, Corito, Elacatas, Eufemo, Filoctetes, Frixo, Hilas, Ífito, Jasón, Néstor, Nireo y Yolao.

Descendencia[]

Heráclidas es el término utilizado para referirse a todos los descendientes de Heracles, aunque también se utiliza (incluso más popularmente) para los descendientes de su hijo Hilo. Con respecto a la descendencia directa del héroe, esta se compone de los siguientes hijos:

  • Los hijos que tuvo con las 50 hijas del rey Tespio. Según diferentes versiones, tuvo 49 hijos ya que una se negó a unirse a él o 50, o 52 ya que dos de ellas tuvieron gemelos.
  • Terímaco, Creontiades y Deicoonte (hijos de Megara)
  • Everes (hijo de Parténope)
  • Téstalo (hijo de Epicaste)
  • Tlepólemo (hijo de Astíoque)
  • Tésalo (hijo de Astíoque o de Calcíope)
  • Télefo (hijo de Auge)
  • Agelao y Tirseno (hijo de Ónfale)
  • Macaria, Gleno y Onites (hijos de Deyanira)
  • Ctesipo (hijo de Astidamía o de Deyanira)
  • Palemón (hijo de Autónoe)
  • Alexiares (hijo de Hebe; aunque según algunas versiones, Heracles no tuvo hijos con ella)
  • Aniceto (hijo de Hebe)
  • Antíoco (hijo de Meda)

Heracles en la mitología griega[]

Se trata del más célebre de los héroes griegos, el paradigma de la virilidad y el adalid del orden olímpico contra los monstruos ctónicos. Su extraordinaria fuerza es el principal de sus atributos, pero también lo son el coraje, el orgullo, cierto candor y un formidable vigor sexual. Se le considera el ancestro de los Reyes de Esparta (de este modo estos caudillos dorios se legitimaban como aqueos) y la influencia de esta polis en la Grecia Arcaica y Clásica fue una de las razones de la difusión de su leyenda y su culto, haciendo de Heracles el héroe dorio por excelencia.

Abundan los relatos mitológicos sobre él, y los más famosos son los doce trabajos. Las historias de las cuales es protagonista forman un ciclo que se desarrolló constantemente durante toda la Antigüedad, motivo por el cual es difícil hacer una exposición cronológica o siquiera coherente de ellas. El historiador francés Pierre Grimal, en su Diccionario de mitología griega y romana, propone clasificarlas en tres categorías, a saber:

  1. El ciclo de los Doce Trabajos.
  2. Las hazañas independientes de los mismos.
  3. Las aventuras secundarias ocurridas durante la realización de los trabajos.

Como marco de los tres ciclos aparecen los relatos de su nacimiento y de su muerte y apoteosis, relativamente invariables en las diversas fuentes.

Las menciones más antiguas de Heracles aparecen en las obras de Homero y Hesíodo, pero relatos más o menos completos de sus aventuras son las obras de Psino de Lindos (natural de Rodas, y, por lo demás, desconocido), Pisandro de Cámiros (otro poeta rodio, fl. ca. 640 a. C.) y Paniasis de Halicarnaso (siglo V a. C.) autor de una obra titulada Heraclea. Todas estas obras, con excepción de unas pocas citas fragmentarias, se han perdido. Los poetas posteriores, sus comentaristas y, por último, los mitógrafos de la época helenística son, en la actualidad, las únicas fuentes escritas sobrevivientes que relatan las hazañas de Heracles.

Un auxiliar importante para el estudio de las mismas es la iconografía, muy abundante, que recoge los principales episodios de las leyendas. Iconografía que se prolonga desde la época arcaica hasta la moderna. Como muestra basta señalar el friso del templo de Apolo en Delfos y la colección del Museo del Prado.

Heracles en otras mitologías[]

Las historias y el culto de Heracles se difundieron en cada sitio donde se establecieron los griegos; en muchos casos el héroe fue incorporado a otras mitologías o bien se lo identificó con algún personaje mítico anterior. Entre los etruscos, sumamente receptivos ante la mitología helénica, Heracles se convirtió en Hercle, hijo de Tinia y de Uni. A través de esta personificación los latinos desarrollaron la figura de Hércules. En la mitología de Roma, Hércules se identifica por completo con el Heracles griego y solo se le añaden algunos episodios a sus aventuras destinados a relacionarlo con Italia y el Lacio.

En otros casos, los propios griegos equipararon con Hércules a los seres míticos de otras culturas; así sucedió con el dios fenicio Melkart, las divinidades egipcias Jonsu y Herishef o el celta Ogmios. En ocasiones estos otros Heracles fueron caracterizados con epítetos distintivos como Heracles tirio, Heracles tasio (de Tasos), Heracles de Canobo o Heracles dáctilo. Este hecho llevó a historiadores y filósofos a especular sobre la existencia de diferentes Heracles a lo largo de la historia, siendo el hijo de Alcmena el último de ellos y meramente un héroe.[1]

Heracles en la Biblia[]

Heracles es mencionado en 2 Macabeos 4:19-20; en Tiro se celebraban los juegos olímpicos en presencia de Antíoco Epífanes y Jason, el hermano de Onías, envía trescientas monedas de plata para el sacrificio a Heracles por medio de representantes de Jerusalén. Ellos no llevaron el dinero para el sacrificio a Heracles y lo usaron para equipar barcos de remo.

El héroe biblico Sansón tiene cierto parecido con Heracles en especial en su fuerza, sus hazañas y en su muerte, uno dejando caer un templo y el otro arrojandose a una hoguera.

Referencias[]

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