Heliodoro | |
---|---|
Datos personales | |
Género | Masculino |
Familia | |
Características | |
Ocupación | Tesorero |
Nacionalidad | Griego |
Religión | Paganismo helenico |
Heliodoro era encargado de los negocios del rey seléucida Seleuco IV Filopátor.
Biografía[]
Simón, administrador del Templo, habiendo tenido diferencias con Onías III, sumo sacerdote, sobre la reglamentación del mercado de la ciudad, acudió donde Apolonio, estratega seléucida de Celesiria y Fenicia, para contarle que el tesoro de Jerusalén estaba repleto de riquezas y que el dinero allí depositado era incalculable, así como que el rey podría tomarlo sin dificultad.
Apolonio informó a Seleuco IV cuanto había oído de Simón, y comisionó a Heliodoro para apoderarse de la riqueza de Jerusalén y llevarla al tesoro real. El monarca seléucida necesitaba de esos caudales, pues se encontraba escaso de dinero a causa de tributo que le impuso Roma a Antíoco III Megas, su padre, tras la derrota en Magnesia en el año 189 a. C., para conseguir la paz.
Al llegar a Jerusalén, Heliodoro fue recibido amistosamente por el sumo sacerdote. El enviado dio a conocer el motivo de su presencia en la ciudad, a lo que el sacerdote replicó que en el tesoro estaban guardados los depósitos de las viudas y de los huérfanos y que, además, no se podía violar la santidad del Templo. Sin embargo, en el día fijado, Heliodoro se dispuso a hacer el inventario de los bienes y a incautar el tesoro, mientras los sacerdotes revestidos con las ropas sacerdotales, postrados ante el altar, pedían al Altísimo conservara intactos los bienes en depósito. Igualmente lo hacía la muchedumbre de los habitantes de todaJerusalén.
Cuando Heliodoro y su guardia se disponían a cometer el sacrilegio, apareció un caballo montado por un jinete terrible y guarnecido con riquísimo arnés; el animal pisoteó a Heliodoro y aparecieron también dos fuertes jóvenes que lo molieron a golpes. Al caer, Heliodoro fue recogido en una litera, exhausto y a punto de expirar. Sus compañeros instaron al sumo sacerdote Onías para que invocara al Altísimo para que le conservara la vida a Heliodoro.
Estando Onías ofreciendo el sacrificio de expiación volvieron a aparecérsele a Heliodoro los mismos jóvenes que le habían apaleado y le dijeron: "Da muchas gracias al sumo sacerdote Onías, pues por él te concede el Señor la gracia vivir; y tú, que has sido azotado por el Cielo, haz saber a todos la grandeza del poder de Dios." Tras su conversión, Heliodoro ofreció un sacrificio, se despidió del sumo sacerdote y volvió donde el soberano seléucida y dio testimonio de las obras del Dios grande que él había contemplado con sus ojos.
En el año 175, Heliodoro asesinó al rey Seleuco IV Filopátor y lo sucedió su hermano Antíoco IV Epífanes.[1]